jueves, 4 de febrero de 2010

Elvira y Timoteo.

Recuerdo mi plan diario: a la escuela, de regreso, la cocina, mi colchón, leer, leer, leer, llorar un rato, al parque y a dormir. Y extraño mis listas, maldición, pero prefiero esto:
Aquí tengo un papel en blanco, tú toma el crayón azul, yo me quedo el lápiz de grafito. Mira que no debemos pelear, ni tú ni yo, tú cocinas y yo lavo los trastes. Me levantas media hora después de ti, mientras te cambias, empaquetaré el desayuno y tú levantarás la cama. Me parece perfecto. Debes esperarme fuera de clases, nos zamparemos nuestras comidas. Tú te irás, Parque Hundido, La Joya, Homero, donde sea, mientras regreso a clase. Son las 2 y llamarás, no puede faltar la llamada, sino te mataré, que me recuerda que tengo que verte dentro de una hora. Comida consistente en arroz, muchas verduras, poca carne y ausencia de postres. Qué cotidiano soy, lo siento. Me apuro en llegar a casa, leer, leer y leer, después escribir. Llegas, te llevo al cuarto, no me importa lo cansado que estés, tendrás que cumplir, animal. Haré mucho té de canela, manzanilla y demás. Habrá una ventana grande por donde entrará mucha luz, del lado izquierdo mi mesita y del derecho la tuya, me muestras un plano, te leo un ensayo. Se está por ir el sol, iremos a caminar por las calles cercanas. Regresando limpiamos un poco, ponemos la lavadora, me pides que te abrace, siempre encajarás perfecto entre mis brazos. Hay que apagar la luz, mi amor, si esta casa no amanece será porque el fin del mundo llegó. Olvidé un detalle, tendremos un perro, será pequeño y gordo, y estará operado para que no pueda hacer caca por donde sea. Se llamará Rafa y será muy feo, con dientes de perro pequinés. De acuerdo, olvida eso, pura envidia. Se llamará Timoteo y comerá lo que quiera comer, si ha de ser nuestro sustituto de hijo será consentido en extremo, excepto leche, que en casa estará prohibida, a menos que quieras que esté todo el día con pedos y puedo asegurar que no es tolerable ni para el mejor yogui. Por supuesto los fines de semana, haremos otras cosas, poco alcohol por la salud de nuestras neuronas y estómagos, pero habrá gallo escondido en cada rincón y entre todos los libros. Tendrás que bailar conmigo los fines de semana, te llevaré a clases de salsa, quiero experimentar un baile extremo. Y oiremos música mientras revelamos muchas fotos que tomarás, yo las criticaré y poco a poco se volverán mías. Aquí imagínate que sonrío. Serás mejor, eso seguro. Cada día me contarás una semana de tu vida y pronto sabré todo lo que has vivido, de la circuncisión hasta el día en el cráter. Para no dejar a las mujeres fuera, tendremos una hija: Elvira, vivirá en la ventana y la regarás diario, para que tenga flores permanentes. Yo dejaré que acomodes la casa, a tu estilo sea, me callaré y tendré lista una jarra de agua de horchata para cuando termines y galletas de avena. Miguel decorador de casas te llamarás. Los domingos por al tarde compraremos los víveres para la semana, escucharemos misa, pasearemos a Timoteo, hablarás con Elvira. Por la tarde abriremos la ventana enorme, destaparemos una botella de vino, nos sentaremos juntos mientras nos calienta el sol, todo sea por relajarse con el viento fresco y el ruido de la gente que pasa por la calle. Y cerrarás los ojos por la noche, con tu cabeza entre mis brazos, junto a mi pecho, te besaré en la frente, los labios y en la coronilla, esperaré a oír tus ronquidos y entonces podré dormir.