jueves, 18 de marzo de 2010

Noches de boda

¿Recuerdas cuando visitamos China?
Era cómo una viaje de negocios sobre una aplanadora artificial
Había por aquí y por allá grandes mercados con plantas salvajes
Usamos patines de cuatro ruedas para subir a la Gran Muralla
Y sobre el nivel de contaminación de cien industrias
Volamos con la alfombra persa
Yassin Haudin nos dio el mejor regalo de bodas
El día 24 de agosto
Llegamos a Pekín regalando bolillos a los gansos
La primera noche no dormimos
Demasiados grillos, debería aparecer un tip en las guías turísticas:
“No olvide llevar orejeras”
Mao en todas partes, hasta en pan
La parte más deliciosa eran sus mejillas
Como las de mi perro media luna
Al final del viaje tus labios desaparecían entre los cachetes
Víctima de los escorpiones agridulces.

lunes, 8 de marzo de 2010

Análisis Historiográfico: Jules Michelet, El Pueblo.

Jules Michelet nació en París en 1798 y murió en Hyères en 1874. Como el menciona en el libro que analizaremos, nació en una familia que se dedicaba a la imprenta y que tenía orígenes campesinos. Sus padres lograron, con esfuerzos otorgarle una educación, y el decidió que quería ganarse la vida con la enseñanza; poco después de comenzar a dar clases se casó por primera vez.

El Pueblo es una obra en la que se describe la situación del pueblo francés y se plantea una solución casi religiosa para que ese pueblo, favorecido por Dios a través de la Historia, encuentre el bienestar de todos sus individuos. La obra se divide en tres partes: De la Servidumbre y del Odio, De la Emancipación por el Amor La Naturaleza y De la Emancipación por el Amor La Patria.
Ahora, según el escritor, esa descripción del pueblo, de la realidad de éste, sólo puede ser elaborada por alguien que conozca el pueblo profundamente a través de la convivencia cotidiana con aquel; aquí entonces radica la autoridad de Michelet, pues gracias a sus orígenes, su conocimiento del pasado, de la historia, y de su formación de historiador que le permite utilizar correctamente ese conocimiento para observar con profundidad lo que otros no pueden. No como las obras en que intelectuales y artistas franceses han retratado a este pueblo, puesto que únicamente han abordado las partes pintorescas y bizarras, porque no están en condiciones de retratar la realidad ya que el pueblo les es ajeno. A diferencia de estos pensadores y hombres de arte, Jules Michelet es un producto del pueblo, como declara: “yo, que salí de él, que he vivido en él, que he trabajado y sufrido con él […] me propongo exponer aquí su verdadera personalidad” . En repetidas ocasiones se aprecia que, en su consideración, la verdad es posible a través del conocimiento empírico; por esa razón, en su discurso sobre la educación propone que la convivencia de jóvenes de distintos estratos sociales para que de esta forma se comprenda la realidad cotidiana del distinto. Como se mencionó antes, es su posición de historiador el otro factor de peso que legitima su obra: desde su perspectiva de historiador es capaz de entender cosas que el pueblo no entiende de si mismo: “Porque estaba en condiciones de rastrearla desde sus orígenes históricos y de contemplarla desde los tiempos más remotos. Quien se limite al examen del presente, a lo actual, nunca lo comprenderá”.
Pero su visión del acontecer histórico es bastante peculiar. Hacia el final de libro aparece una propuesta que es una suerte de utopía político-religiosa nacionalista con semejanza a la tradición judeo-cristiana. En un principio, el hombre nace inocente e instintivo, después comenzó a acumular conocimiento con lo que perdió los dones que la inocencia otorga, esto no quiere decir que vea con malos ojos el saber, el problema que encuentra es que este conocimiento es insuficiente, por eso, los humanos perdieron la inocencia sin alcanzar a salir de la ignorancia (en su consideración, el aprendizaje truncado es una tragedia: le abre los ojos al hombre para percibir el dolor y el sufrimiento pero no le alcanza para divisar las razones que causan su miseria). La ignorancia trajo consigo al odio, mal del mundo, que separó a los humanos, convirtiéndolos en solitarios, en seres incapaces de amar. Debido al odio, que impide la asociación amorosa del hombre, nuestra especie se dirigió hacia una búsqueda siempre infructuosa de la satisfacción egoísta. Nuestros congéneres perdieron el amor hacia las cosas naturales y hacia los de su propia raza, odiándolos por serles desconocidos. La máquina, infrenable, impasible, carente de sentimientos, es la más terrible demostración de tal odio. La máquina, él no niega en ningún momento los progresos y las ventajas que otorga, ha hecho accesible al grueso de la población lujos inimaginables en épocas anteriores, sin embargo, el proceso de producción en el cual no se emplea el amor por el trabajo, donde los obreros callan, donde el espíritu y la humanidad son reprimidos, aleja a los hombres cada día más a pesar de lo pegados que se encuentran en los talleres. Ahora, Francia, que es heredera de la historia de judíos, griegos y romanos es la única nación que puede dirigir al globo hacia la victoria sobre al ignorancia. Es por medio de la educación como se logrará esto. Primero, cultivando un amor hacia la Madre Tierra y a la Patria; después entregando conocimiento a los jóvenes, conocimientos empíricos que se obtienen por medio de la vivencia cotidiana al lado del diferente, así los distintos estratos sociales superarán ese odio producido por la ceguera del ignorante. Francia se convierte en una religión que, con el amor como vehículo, tiene como meta una sociedad que supere el egoísmo y encuentre la felicidad en la superación colectiva. Por lo tanto, la historia comienza en el punto donde Dios suelta a sus creaciones, avanza atravesando el sufrimiento egoísta y puede culminar en el retorno a la salud moral.
Siendo su concepción de tono religioso, la moral ocupa un lugar primordial dentro de su discurso y su historia está plagada de menciones moralistas. El bienestar del hombre nace en el desarrollo espiritual: en el amor. Lamentablemente, el amor ha quedado en el olvido para la mayoría; por el cristianismo se aprendió a despreciar a la madre naturaleza y las demás creaciones vivientes que habitan en el mundo; la búsqueda de riqueza del burgués hasta el campesino, dejó en el olvido el amor fraternal; junto con las nuevas ideas de igualdad de los hombres, se olvidó que somos desiguales por una razón: para ayudarnos, para mostrar al otro de lo que carece, para no envidiar del otro lo que no poseemos. A pesar de sus carencias, los pobres son los que tienen una moralidad más íntegra, menciona que por observación ha notado que los obreros tiene más desarrollado el impulso auxiliador y los campesinos hacen sus tareas con amor a la tierra que, en muchos casos, es lo único que tienen, a diferencia de los comerciantes y burgueses que no encuentran cariño por sus labores; la tentación de terminar sentenciando que la pobreza es pura felicidad, pues la riqueza del alma es lo mejor que se puede desear, es grande, sin embargo, no lo hace: el humano tiene la necesidad de poseer, su moralidad limpísima no hace menos reprobable la situación material en la que sobreviven. Me parece increíble la vigencia de su análisis sobre esta sociedad cada día más maquinizada; sobre problemas de las grandes ciudades, de la pérdida de la naturaleza humana, del olvido del desarrollo espiritual humano; son reflexiones sobre problemas que recién comenzaban y que sorprendentemente nos siguen acosando pero a escala mayor.
En la obra que discutimos, no existe una línea de sucesos ordenada cronológicamente. Cada que nos platica acerca de la situación de una parte de la sociedad comienza por su estado actual; a continuación, salta en el tiempo buscando orígenes históricos aquí y allá, para entender, gracias al pasado, como se ha llegado al punto actual, sin embargo, estas referencias históricas no son abundantes ni extensas. Como ejemplo la caracterización de los campesinos y de los obreros, por parecerme los mejor logrados, donde en escasas y ralas ocasiones nos narra sucesos históricos, en lo que ocupa mas espacio y tiempo es en describir su situación actual, y con el pasado justifica, entiende, legitima o desaprueba tal situación. Al estar ausentes grandes personajes, como podrían ser reyes, militares, dirigentes, Michelet hace hablar y retrata su historia desde el hogar, con personajes anónimos que otorgan voz y dan la cara por miles o millones de personas de su clase. Se trata en cierta forma de una historia de la vida cotidiana. En todo momento, Michelet se apasiona con su relato; cuenta pasajes de su vida, sueños que ha tenido, cede testimonios de personas que sólo el conoce, como herramientas para acercar al lector y conmoverlo, pero no es tendencioso, se nota su sinceridad. Cada expresión de asombro, cada maldición no está de mas, porque si no las incluyera estaría reprimiendo su voluntad de hacer entender a sus congéneres. La lectura, con la condimentación otorgada por tales herramientas, se convierte en ligera y apasionante. En ningún momento se tiene la idea del historiador como un agente neutral, ajeno a los acontecimientos, se le imagina como a un orador improvisando su discurso, si bien lo que dice es producto de una meditación de años, que no cae regularmente en el sentimentalismo (desgraciadamente creo que a veces sucede pero lo excuso debido a las corrientes literarias de la época), que mueve las manos y cuya voz se deprime al relatar lo equivocado que se encuentra el género humano y que se enciende para hablar de su patria, de la gente sencilla, del amor; aun desconociendo la vida personal del escritor, es evidente que refleja sus experiencias en su obra, el aprecio y la caracterización, por ejemplo, que elabora de la amistad surge en las amistades que el tuvo la oportunidad de vivir; pero esto no es extraño, el mismo Michelet tiene a la experiencia como la manera de la cual se puede extraer el verdadero conocimiento.
Michelet es un gran historiador y esta es una prueba, donde otros podrían haber elaborado una aburrida obra historiográfica, él hace un libro que conmueve, que describe sucesos de la vida cotidiana que no sucedieron nunca pero que es por eso mismo que suceden en todas partes, que quiere sacudir al lector de su letargo y acercarlo a Francia, la tierra de la Reolución.

11+31=24

El chico que oculta dijo al chico que ríe como fotografiar con una caja. El chico que ríe se enamoró del chico que oculta sobre un cúmulo de cemento de tres metros; sin nubes, aprendió de fantasmas y diablos. Los chicos no han estado separados desde ese día, y no lo han querido. El chico que oculta ha reído, ha hablado y ha expuesto; blanco sobre blanco 3. Lo mejor para el chico que ríe ha sido entrar en el corazón del chico que oculta menos poco a poco. El chico que ríe estalló y lloró, jamás se había sentido tan miserable en su vida, y el otro chico no se apartó de su lado, y ningún poema podrá compensarlo. Los chicos compartieron ropa y comida desde esos días, están seguros de sudar y sufrir lo necesario, quieren que lo que puedan gozar después sea lo que ambos han trabajado. Viajaron sin dinero y han estado el día entero en la cama; hacía mucho frío y se protegieron con besos. El chico que ríe ha besado a su chico en cualquier momento, y en la calle más oscura han juntado sus manos. Ambos saquearon las cosas del otro, un robo compulsivo pero todo quedó en su lugar, excepto la vida y corazón, esos pertenecen a los dos. El chico que oculta dibuja soles, casas y perros para el refrigerador del chico que ríe. El chico que ríe espera haber cambiado algo en la vida del chico que oculta. El chico que ríe no cree en la monogamia. El chico que oculta no cree en el matrimonio. El chico que ríe no cree en al amor de por vida. El chico que oculta no cree en el amor a primera vista. El chico que ríe no cree en el amor. El chico que oculta y el chico que ríe se prometieron dos cuerpos, un acta, dos firmas, dos testigos, un juez, un “desde el primer momento”, un para siempre. 11+31=24. Cuando septiembre era 24 sucedió lo único de lo que el chico que ríe se arrepiente: no dar un beso, en medio de una ciudad ajena, a un chico ajeno que descubrió que no importaba para nadie más que para él. Cuando noviembre era 24, prometieron, con anillo y pedida de mano en pleno baño público, que amor se escribiría c-a-s-a. Hoy enero es 24. Esto es amor, como los es para nosotros.

Análisis Historiográfico, Nicolás Maquiavelo, Historia de Florencia

A qué bonito me quedó.


Niccolò Machiavelli nació en Florencia en 1469 hijo de un abogado. Obtuvo una educación latina y por eso gustó de los escritores romanos. Los años de su infancia y adolescencia los vivió durante el periodo de Lorenzo el Magnífico, del que recibió una fuerte impresión. Obtuvo a los veintiún años el puesto de secretario de la Segunda Cancillería Florentina posteriormente a la caída del poder de la familia Medici y del periodo de Savonarola. En este cargo permanecería hasta el retorno de los Medici al poder en el año 1512 que sería destituido de su cargo por estos últimos. Posteriormente sería condenado al destierro, pero sin poder salir de la comarca florentina, por lo que quedaría confinado a la finca de San Casiano propiedad de su padre. Es ahí donde escribe El Príncipe, su obra mas conocida. Se ganó poco a poco la confianza de la familia Medici al punto que en 1520 el cardenal de Florencia, Julio dei Medici, le encarga escribir la historia florentina. Después de concluir dicha obra, el papa Clemente VII, el mismo Julio dei Medici, perdió el control de Roma y su familia dejó de gobernar Florencia. A Maquiavelo se le acusó de anti republicano y se retiró a la vida familiar. Murió al poco tiempo el 22 de junio de 1527 en la pobreza.
Historia de Florencia trata sobre la historia de dicha ciudad, desde los sucesos inmediatos a la caída del Imperio Romano de Occidente y sus orígenes fundacionales hasta la muerte de Lorenzo dei Medici, el Magnífico. El tratado inicia con una carta de Maquiavelo a Clemente VII, lo sigue un proemio antes de dar paso a la Historia propiamente dicha.
La Historia de Florencia fue un encargo que Julio dei Medici le había encomendado a Nicolás Maquiavelo antes de ser nombrado papa, por eso el historiador comienza con estas palabras al recién nombrado pontífice. Que fuera un Medici el que hubiera ordenado la creación de esta historia vuelve interesantísima la dirección que ésta toma, pues es la familia Medici la que ha ocupado la gobernación de la ciudad en las últimas décadas y el libro inevitablemente abordará el periodo; Maquiavelo sabe que eso puede volver su obra, o la impresión que los lectores tengan de ella, tendenciosa y parcial, por eso aquí expresa que ha recibido por parte del papa la libertad creativa para salvar su libro de ser una mera oda o historia familiar, y que si se encuentran el texto adulador es sólo porque la realidad de los hechos hace inevitable tal adulación.
El proemio, por su parte, contiene las razones por las cuales se ha abarcado un periodo histórico mucho más amplio al inicialmente propuesto; esto se debe a que el sujeto de la enunciación ha considerado el trabajo de historiadores previos, el cual abarca una temporalidad anterior a la que le interesaba tratar en un primer momento, como insuficiente en cuanto a la narración de los conflictos internos que él considera fundamental si se quiere explicar y comprender los problemas que Florencia sufre en el momento histórico en que planea iniciar su narración; se debe a esto pues, que el autor comience por los orígenes fundacionales de dicha ciudad y abarque su narración momentos de la historia florentina ya tratados; esto hace que en seguida explique la división de su obra en ocho libros y la elección otorgada a los límites cronológicos y espaciales de los mismos. Tal división de la obra se expone a continuación.
El primero de los libros nos relata brevemente los acontecimientos ocurridos en el espacio ocupado por los romanos desde el comienzo de las invasiones bárbaras hasta 1434, enfocándose en la península itálica. El segundo libro tiene inicio en un punto similar al del primero, cronológicamente, y termina alrededor del año 1375, éste se enfoca en los sucesos internos de Florencia; el tercero continúa el relato de los sucesos florentinos de su predecesor terminando en el año 1414; el siguiente libro, el cuarto, termina, como el primero, en el año de 1434; los siguientes cuatro libros, del quinto al octavo, continúan la narración desde 1434 hasta la muerte de Lorenzo dei Medici, en ellos la narración de los sucesos internos y externos deja de manejarse por separado. Como se ha dicho anteriormente, Maquiavelo había decidido iniciar su historia en un momento mucho más reciente que la caída del Imperio Romano, pero por las razones que el expone en el proemio no sucedió así. La fecha con la que él pensaba iniciar era 1434, cuando Cosme dei Medici se convierte en el hombre más poderoso de Florencia; se debe a eso que la relación de lo acontecido dentro y fuera de la ciudad se una en este punto.
Como también ya se mencionó, el historiador plantea que no se ha prestado suficiente atención a los conflictos internos de la ciudad. Para él, el tratado de estos problemas es fundamental y da varias razones al respecto. Las divisiones de la población de Florencia son muchas; así, divisiones por la posición ante la Iglesia y el Imperio, divisiones de familias, divisiones entre clases sociales (aunque él no las llama así), han provocado las desgracias florentinas. Estas divisiones, que Maquiavelo sigue de cerca a lo largo de la obra, las cree originadas por las pasiones y sentimientos inherentes al género humano, sin embargo en Florencia tales diferencias han llegado al encono y a la violencia constante. Entre estas divisiones internas, los conflictos surgidos por las diferencias entre clases sociales son vistos detenidamente por el autor. Un conflicto constante ha aparecido entre nobles y pueblo, entendiendo a éste como burguesía, y en ocasiones la plebe; Maquiavelo concede a cada clase social características inseparables; de tal forma la nobleza es valerosa y generosa, aunque también soberbia y ambiciosa. El pueblo es insaciable, cobarde e insolente. Su consideración de la plebe es la de una chusma volátil y potencialmente peligrosa, que cambia de parecer a la menor provocación. El conflicto entre nobleza y pueblo se origina a razón de que los nobles “quiere mandar y el pueblo no quiere obedecer” y aunque el asunto sucedió en otras naciones y otros tiempos, en Florencia, por no tener una legislación otorgante de estabilidad, la violencia, que llegó a grados terribles, se volvió norma de un conflicto que parecía no tener fin. Las circunstancias que han causado esto tienen origen en la forma en que los florentinos se gobiernan; la república ha fomentado las divisiones entre los ciudadanos y ha dado paso libre al desenfreno de los sentimientos bajos del hombre debido a la ausencia de una constitución bien elaborada y firme que contenga tales pasiones; sin embargo, él mismo dice en repetidas ocasiones que la libertad, al menos en teoría, se obtiene en un régimen republicano y no cuando un pueblo es gobernado por un príncipe. Al principio del libro tercero Maquiavelo dice puntualmente que las divisiones entre pueblo y nobles, son las causa de los males de las ciudades. A mi parecer, esto es un recurso retórico, pues a lo largo de la obra, en repetidas ocasiones, menciona, unas veces explícitamente y otras veladamente, que son las pasiones humanas la causa de estos males cuando las circunstancias lo permiten. De esta forma, los males que sufre la ciudad son causados por los deseos humanos, toda vez que no son contenidos por leyes bien hechas, estos deseos y pasiones son expresados en la violenta forma en que distintos grupos sociales y políticos se enfrentan, ejemplo de ello es la lucha entre los nobles y el pueblo.
En cuanto a sus fuentes, el historiador menciona puntualmente solo algunos datos del trabajo del poeta Dante Alighieri; en el proemio menciona además a dos historiadores, Leonardo de Arezzo y micer Poggio, por lo que se supone que utilizó las obras de estos sin hacer una mención exhaustiva de que partes tomó de tales obras. Por eso, me parece, Maquiavelo no siempre fundamenta documentalmente lo que redacta, sino que modifica, exagera o estiliza los hechos para conmover al lector. Ejemplo de ello es la utilización de discursos como recurso para tal fin. En varias ocasiones cumbres aparecen discursos que hacen al lector tomar partido por el declamador. Tal es el caso del discurso que uno de los Señores da ante el duque de Atenas cuando éste se vuelve demasiado poderoso y peligroso para la libertad de la ciudad, o el discurso que Lorenzo dei Medici da ante los Señores y hombres con mayor peso dentro de la ciudad a causa de que el papa en turno y el rey de Nápoles atacan Florencia, después de asesinar a Julián, su hermano, declarando que la guerra busca liberar a los florentinos de su tiranía. También utiliza comparaciones con la antigüedad para resaltar la gravedad de los hechos, como cuando compara la traición del conde Sforza a los milaneses con la traición de Filipo de Macedonia a Tebas. Esta búsqueda de mover los sentimientos del lector es señalada puntualmente por el historiador en el proemio; donde dice que la historia mueve y que por lo tanto él hablará de las riñas intestinas, pues la narración de éstas mueven más y son más útiles. Considerando pues las formas estilísticas que utiliza en la obra y lo que escribe en el proemio, podemos decir que la historia, para Maquiavelo tiene un fin pragmático.
Su concepción del devenir histórico, conforme a lo que podemos ver en su obra, seguramente fue lineal, de acuerdo a la visión que el cristianismo había impuesto en Europa pero no parece ser progresiva; conforme las luchas que relata en los ocho libros, podemos ver que mas bien, si la historia fuera una línea, ésta iría de izquierda a derecha subiendo y bajando como las gráficas matemáticas de los senos y cosenos; cada avance de la ciudad parece ser al poco tiempo desecho por las intrigas y conspiraciones hasta regresar al mismo punto en que se comenzó, o peor aún convertirse en un retroceso; muestra de ello es que el libro finaliza con la muerte de Lorenzo, lo que trae consigo la posterior ruina de Italia, es decir, con un retorno a los mismos conflictos que Lorenzo parecía haber detenido; hechos que Maquiavelo no abarca en su historia pero que vivió en carne propia.
Ante los sucesos inexplicables, como este serpentear de la historia, muchas veces apela a la fortuna para explicar un giro inesperado. Así, en momentos críticos las situaciones pueden cambiar debido a la fortuna, que aunque puede parecer una fuerza imparcial, no lo es, pues el autor afirma que ésta posee favoritos. De acuerdo a esto, la fortuna acabó con la vida del duque de Milán, antes conde Sforza, en un momento de crisis política y sin dejar un descendiente maduro que ocupara el trono; pero también ayudó a los florentinos cuando a punto de ser derrotados por el capitán de las fuerzas milanesas, Nicolás Piccinino, su señor torpemente pidió una tregua, doblegando así el inflamado y presuntuoso espíritu de dicho capitán.
Maquiavelo nos cuenta entonces la historia de su patria. Una historia movida por pasiones humanas que produjeron infinitas rebeliones internas causantes de un ciclo vicioso de prosperidad seguida por decadencia, y de cómo un buen ciudadano, Lorenzo, logra a pesar de todas las adversidades, gracias a su prudencia y a la fortuna, detener momentáneamente este ciclo para mantener, aunque sea temporalmente, a flote a su querida Florencia.

viernes, 5 de marzo de 2010

El Pueblo.

El pueblo es Tlacochahuaya, un pequeño municipio, actualmente con alrededor de tres mil habitantes, en el valle de Tlacolula, a unos diecisiete kilómetros de Oaxaca capital. La región es árida, sólo las lluvias de verano traen un poco de reverdecimiento, llena de pastos secos que le dan un entristecedor color café a la llanura; no abundan los árboles, únicamente algunos mezquites aquí y allá, algunos pirules y bosquecillos de carrizos alrededor de los arroyitos normalmente secos. El sol azota la región entera sin tregua; para mí siempre fue un tormento aquel sol que lacera la piel, que hace brillar las cosas cuando reflejan sus rayos hasta deslumbrarnos, que obliga a hacer muecas para proteger la vista. El llamado valle es más bien pequeño, rodeado de montañas en el norte y de cerros por el sur con algunas lomas rocosas salpicándolo; siempre me fascinaron estas lomas, con formas raras apareciendo de la nada y sin continuidad; en la falda de una de estas lomas pedregosas se asienta el Tlacochahuaya. En el pueblo, las calles son estrechas, con pavimento sólo las principales, casi sin árboles, con las casas invadiendo las banquetas. En la plaza principal de un lado está el ayuntamiento y en el opuesto la iglesia, cruzando la calle, frente a la iglesia hay una placita con un kiosco rodeado de jardines; en el atrio de la iglesia, circundado por un muro antiguo, se nota en las huellas que el tiempo ha dejado en la piedra, hay dos laureles enormes que dan una sombra fresquísima, en la que se suele descansar un momento del tormentoso sol; dentro del templo es maravilloso, contrastando con la fachada modesta, con pinturas hermosas de los más dolorosos martirios, Cristos conmovedores, con sangre saliendo de las heridas infligidas en la carne que se pega a sus huesos, Marías llenas de belleza y compasión, frailes dominicos, creo, observando a los visitantes de su templo, y en el retablo principal San Jerónimo con una calavera y un león. Hay un olor fuerte en todo el pueblo, que creo tiene origen en los animales del campo y sus excrementos; al principio es desagradable pero yo he llegado a aspirarlo y sentir un placer que debe ser psicológico. Casi no se oyen ruidos aparte de los autos, pero a veces escuchas los éxitos de la música popular desbordándose desde las casas vecinas, o en la seca primavera a las chicharras gimiendo. Si tienes suerte encontrarás una procesión organizada por cualquier motivo de celebración, incluso un fallecimiento; adelante van los músicos de la banda, acompañados en ocasiones, dependiendo del tipo de fiesta, de marmotas y monos de calenda, los siguen los festejados ya sean los novios, ora los que llevan el ataúd y el muerto, ora la quinceañera, ora el santo celebrado, acompañados por los padrinos, los familiares más cercanos, los rezadores, el ahuehuete. Después viene el resto de la familia, los amigos, los dolientes o el pueblo. Al final viene el cohetero con un cigarro en la mano y lanzando petardos al cielo cada tanto. La casa de mi familia es la Yubb Bzuú o Casa de Adobe, que conserva una parte de lo que fue una casa, de una sola pieza, estilo colonial de puertas altas rectangulares, con techos altos y gruesos muros de adobe que la conservan fresca en el día y cálida por las noches, más la parte que mi familia ha construido a lo largo de los años. En la pieza principal esta el santo de la familia: el Señor de las Transfiguraciones, un Jesús crucificado con una corona real y un faldón púrpura; recuerdo un santo bellísimo pero con las restauraciones que le han hecho lo han perjudicado, sino arruinado totalmente.