La mujer se alarma, no sabe que sucede. Formula múltiples preguntas pero ninguna es respondida. Piensa que es una broma, intenta reírse de la situación. Pero él rompe en llanto, uno silecioso. Ella se asusta de verdad. Las ideas brillantes nunca acuden en situaciones así. Busca en su bolso cualquier cosa que pueda ayudar. No lleva agua, ni alcohol. Finalmente da con el celular. No sabe que número marcar. "María" dice él. Ella asiente con un hilo de voz.
-He quedado ciego o algo así, no puedo explicarlo. No veo nada de lo que estaba aquí. Lo veo todo distinto. El sol no está, el cielo es negro, pero todo está iluminado por el color rojo de la tierra que arde. Algo pasó. La hierba está quemada por completo. el asfalto está cuarteado. En las rocas que quedan hay huesos humanos, no tienen rostros pero puedo reconocerlos a todos. Estamos en una montaña, pues puedo ver hacia un valle delante de nosotros. Todo está incendiado. Puedo ver la ciudad, está en ruinas y arde. Alguien se acerca por el camino. Sé quien es.
La mujer mira el apacible camino por el que andan. Nadie se aproxima. Él continúa;
-Es una mujer. Viene cantando algo, no es un idioma que reconozca pero entiendo lo que quiere decir. "Di mi nombre, payaso humano, tus rodillas estás ancladas, no intentes levantarte, no servirá de nada, como no sirven tus manos, La vida es de piedra ¿lo puedes ver? No queda nadie, las puertas se han cerrado, no hay amor, sólo fuego lacerante. Puedes descansar en mis piernas, deja que tu cabeza repose, ¿no lo entiendes? Renuncia, apresúrate, date por vencido, no abras la boca, no dejes que la sangre escape, llora todo lo que quieras, huele mi vestido y piensa en el dolor que causa el abrir los ojos, di mi nombre, payaso humano, no intentes nada, no hay nada que puedas lograr, entrégate, ahora que puedes ver todo como es".
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