martes, 1 de diciembre de 2009

El número uno.

Qué solo se ve ahí sin nadie cerca.
Sentado en esa banca, solitario.
Con la esperanza de que el bús pasará.
No habrá bús.
No habrá comida recién hecha al llegar a casa.
No habrá con quien dormir al llegar la noche.
No habrá un brazo flexionado que cree un espacio donde llorar.
Pobrecito ahí solo.
Ya camina por la calle vacía desesperanzado, con frío en la espalda y la barriga ardiendo.
Míralo al desgraciado.
Nadie verá los paisajes que ama.
Nadie escuchará cantar los pájaros al amanecer con él.
Que triste es el número uno.

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